Yo [Amorosamente]

Existe un espacio de tiempo, justo después del amanecer, en donde la oscuridad y el silencio de la noche aún se perciben mientras la pulsión de vida del nuevo día estallado de sonidos de la naturaleza, aún resiste los contaminados ruidos de la civilización.

A veces, dentro de ese espacio de tiempo que me conecta, se manifiesta el amor y las heridas se cierran.

Respiraciones profundas, ralentizar la mente y emprender un viaje interior.

La línea del tiempo apareció de la nada. 

Yo, a los ocho años, parada al lado de mi pupitre, muerta de miedo y vergüenza, las miradas de mis compañeras puestas en mí mientras la voz de nuestra maestra gritaba que una manzana podrida en un cajón pudre a todo el resto de las manzanas.

Yo, acostada en esa cama de muerte, con un miedo atroz calándome los huesos y una sensación de culpa absoluta jamás experimentada.

Yo, acostada en otras tantas camas, deshabitada, perdida de mi, compartiendo mi sexo vacío a cambio de amor.

Yo, en mi soledad, llevando en mi vientre el milagro de la vida, mi redención.

Yo, vacía y anestesiada, prohibiéndome sentir.

Saltos en el tiempo unidos por la herida del desamor. 
Saltos lejanos en el tiempo armando el recorrido de quien soy.

Y en cada una de esas imágenes, la que soy hoy abrazando a la que fui y susurrándole al oído palabras de amor.

Todos hacemos lo que podemos de acuerdo a nuestro nivel de conciencia.
Porque quien cambia de conciencia cambia de destino.
Que así sea.




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