Nosotros [Y el Miedo]


A oscuras, como náufragos a la deriva, vamos abriendo nuestro camino.
Intuitivamente, con los brazos extendidos, buscamos toparnos con ese otro que, a su vez, sumergido en su propia oscuridad y con sus brazos extendidos, también nos busca.

Anhelamos el encuentro, la dicha, el gozo. Anhelamos el amor.
Soñamos despiertos con amaneceres apasionados, cuerpos entrelazados embriagados de placer, vidas interminables de promesas románticas.
Soñamos con el beso de la mañana, el abrazo cálido en el invierno, las confesiones a media luz.
Anhelamos la intimidad de las almas desnudas y los cuerpos ardientes.
Anhelamos esa soga salvadora que pueda arrancarnos de nuestro letargo.

Búsqueda que no es encuentro.
Búsqueda inútil si no logro abrir mis ojos dentro de mi propia oscuridad.
Búsqueda inútil si no estoy dispuesto a salir de mi mundo seguro y confortable para sumergirme en la incertidumbre del no saber.
Búsqueda inútil si no logro despojarme de quién soy para dejar espacio al que puedo ser.

Ser en mi para ser en el otro.
El amor no se compra envasado.

Más allá de los límites de nuestras creencias sobrevuela la inmensidad de nuestro ser.

Todos anhelamos el amor.
Pero siempre es más seguro y menos doloroso cerrar los ojos, darse media vuelta y echarse a dormir.




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