Sergio [Intensidad] Editado

Palpar la relatividad del tiempo mientras mi piel de serpiente se desprende a jirones dejando al descubierto la vulnerabilidad de mi corazón  y la sabiduría de mi sexo.

Soy otra.

Puedo respirarlo, percibirlo, disfrutarlo.

La timidez del primer beso. La incertidumbre de las primeras caricias estimulando mis sentidos.

Mi cuerpo, aún aletargado emergiendo de siete años de castidad, activando su memoria para traer al presente el recorrido certero para alcanzar el placer.

Porque hay quienes me encienden aún antes de invitarlos a entrar dentro mío.

Como un vikingo conquistando territorio. Certero, seguro, dominante.

Sus besos ancestrales empalagando mi boca. Mi lengua, su lengua. Nuestro idioma.

Su mano deslizándose hasta alcanzar mi entrepierna. Sentir sus dedos abriéndose camino. 

Y desearlo.

Sentir mi excitación en aumento mientras su miembro se acopla a mi pubis y nuestros cuerpos se entrelazan desnudos. 

Sentirlo. 

Ansiar ese exacto instante en que al fin me penetre. Ese preciso segundo en donde nuestros dos mundos se fundan en uno.

Y dejarme llevar. Y sentir su fuego. 

Y que él pueda sentir mi calor y mi humedad.

Disfrutar su dulce intensidad profundamente dentro mío. Y entregarle toda mi intensidad.

Y ser consciente de mi interior a través de sus embestidas. Y no querer que pare. 

Y abrazarlo fuertemente como si pudiera, de esa manera, tatuarlo en mi cuerpo para siempre.

Y anhelar que ese momento se repita hasta el infinito.

Y regalarnos nuestros gemidos, una y otra y otra vez.

Y, exhaustos, dormir abrazados.

Y estar ahora, en este preciso instante, deseándolo de nuevo.

Y de nuevo.

Y de nuevo.

Descubrirme.

De adentro hacia afuera.

De a poco. O de a mucho.

Aprender a entregarme, en cuerpo y alma.

Ese es mi camino.

Y sólo se hace al andar.