[Reflexiones de un Domingo Lluvioso]

Todo es cuestión de imponer.
Imponer mi punto de vista, mi pensamiento, mi manera de hacer y ver las cosas.
Imponer tiene implícita una fuerte cuota de dominación y superioridad y soberbia.
No te pregunto, no te consulto, no te considero, no te registro. Yo impongo lo que quiero porque el otro no existe dentro de mis variables. Aunque yo diga que sí lo hace.
Y si te pregunto, te consulto, pero sos minoría, te impongo mi visión parcial de la realidad, que es lo mismo que no considerarte ni registrarte.
Pasa a diario, entre amigos, entre amantes, entre parejas, entre vecinos, entre gobernantes y gobernados, pasa en todos lados.
Porque el miedo ante todo.
Miedo a escuchar al otro, miedo a aceptar que la visión del otro puede no ser válida para mi, pero, si es válida para el otro es tan válida como la mía.
Miedo a que lo que yo deseo o quiero no sea posible porque hay un otro que desea o quiere distinto.
Sentarte, mirar al otro a los ojos, abrir el corazón, escuchar empáticamente y con amor.
Sólo desde ese lugar se puede generar un verdadero encuentro que haga que tu visión y mi visión puedan ser posibles, incluso, siendo distintas.
Aunque sea una frase hecha, sólo desde el amor se puede construir.
Y, desde mi modesto y parcial punto de vista, lo que nos falta como sociedad en general y como individuos en particular es justamente eso, mucho amor.

[Deseo, con todo mi corazón, que tengan una vida llena de amor]



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